lunes, 21 de mayo de 2007

La Parroquia de La Soledad: imagen del pasado en el presente

Cuando usted se acerca a la confluencia de las calles República e Ignacio Agramonte, la parroquia de La Soledad parece interponérsele –lo mismo si marcha por una u otra de estas arterias del actual Camagüey— con toda su majestuosidad, respirando leyenda.

Por Manuel Cano Iglesias

Fotos: Lendro Pérez Pérez e Isván Cano Hidalgo

El domingo 30 de agosto de 1970 se publicó en el diario Adelante de Camagüey un artículo dedicado a la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Soledad. Este resultó el primer trabajo periodístico nuestro que apareció en la prensa impresa, pues hasta ese momento me había dedicado a la radio.

Esta iglesia siempre me llamó la atención desde niño porque, al pasar cerca de ella da la impresión de que el tiempo retrocede y que se camina por sus calles aledañas más de tres siglos atrás.

Por algo de nostalgia y porque lógicamente quiero aquel articulo, pese a los defectos lógicos de un periodista que recién emprendía sus pasos en esta embriagadora profesión —me había iniciado en el oficio hacía sólo ocho meses atrás, en enero— es que, en honor a ello, abordo nuevamente el tema en mi primer escrito sobre el Camagüey en esta página.

Por estos días la Iglesia de La Soledad –de estilo románico tardío, con fachada barroca— está sometida a un serio trabajo de restauración que le ha devuelto su aspecto original aunque le ha quitado —quizá— uno de sus encantos: la muestra del paso implacable de los años por sus vetustos e impertérritos muros, gastados por el tiempo y respirando leyenda.

Desde hace dos años se inició la restauración y aún faltan algunos detalles, aunque no se va a tocar el altar.

De la leyenda

Hace ya mucho tiempo la zona donde se edificó esta iglesia —por aquella época en las afueras de la incipiente comarca— era una especie de charca, en tiempos en que llovía a torrenciales.

Para entrar a la villa de Santa María del Puerto del Príncipe —hoy Camagüey— se usaba como camino la actual calle República y, según la leyenda, una carreta que traía mercancía se atascó en el lugar, ahora en la esquina que forman la mencionada vía y la arteria que lleva el nombre del prócer Ignacio Agramonte.

En la puja por salir del lodazal, los bultos y cajas se fueron al suelo. Al reintegrar la carga, luego de hacer salir del fango al carruaje, los que llevaban la mercancía se dieron cuenta de que de una de las cajas se había salido la imagen de la Virgen de La Soledad, que formaba parte del envío, destinado a mercaderes de la Villa.

Por superstición se opinó que la virgen deseaba que allí se le construyera una ermita. La idea no cayó en el vacío y fue acogida por el presbítero Antonio Pablo de Velazco y Miranda.

Así las cosas, el templo comenzó como una ermita en el año 1697, bajo la guía del mencionado eclesiástico. Completada su edificación, contaba con tres naves muy sólidas, diez altares y el presbiterio.

Primero se edificó una sola nave y la obra total se concluyó en 1776, ya con la torre, aunque desde 1703 se celebraban allí matrimonios y bautizos. Las primeras nupcias se originaron el 5 de enero de ese año.

La referida ermita fue reemplazada en 1758 por la iglesia actual, que se fabricó con las donaciones y limosnas de los vecinos, ayudas económicas de las que, las más cuantiosas, fueron las del presbítero Adrián de Varona y su hermana Doña Rosa.

Su reloj —presumiblemente uno de los más antiguos existentes en la Isla fue colocado en la torre el 8 de septiembre de 1822. Lo regaló el Obispo Joaquín de Ozes y Alzúa para que fuera instalado en la Parroquial Mayor, lo que no se hizo por haber llegado a Camagüey descompuesto y sin campana. Su maquinaria fue fabricada en Barcelona, España, en el año 1773. Terminada totalmente en 1776, fue colocada en el altar mayor del templo la imagen de Nuestra Señora de la Soledad y se bendijo. En 1801 fue declarada parroquia.

Saber que la parroquia de La Soledad tiene ya 310 años no es un dato imprescindible para nadie; pero es indudable que constituye una motivación al interés, porque esta iglesia es una incomparable y atractiva muestra de lo viejo, del pasado, de la colonia, de sus tradiciones y costumbres... y de sus leyendas.

Fuentes:

Documentales: Periódico Adelante.

Personales: Enrique Palacios Caballero, archivero de la Soledad

Agradecimientos: al joven periodista, Lic. Róger Rodríguez Martín, por su ayuda desinteresada en la digitalización de este texto.

viernes, 4 de mayo de 2007

Nace un Grillo Loco

Por Manuel Cano Iglesias.

Recuerdo que hace ya unos cuantos años, allá por 1972, yo escribía y dirigía, una revista radial que respondía al nombre de “Hoy Dos y Treinta”, y que salía al aire de lunes a viernes, precisamente a esa hora de la tarde.

A la elaboración del libreto, de una hora de duración, dedicaba buena parte de la mañana, porque siempre trataba de ofrecer a la audiencia algo distinto y novedoso.

Lo mismo ocurría con la portada o inicio de aquel espacio. A veces (casi siempre) empleaba más de una hora para crearla, porque igualmente no me gustaba repetirme y siempre estuve convencido de que el oyente, cuando sintoniza una emisora, busca algo nuevo. Aquella primera cuartilla me resultaba muy laboriosa. Sencillamente por el hecho de buscar algo nuevo y distinto.

Así me pasó a la hora de buscar un nombre para este sitio, por el propósito de que, además de original, resultara atractivo y llamara la atención; independientemente de encerrar un contenido.

“Grillo Loco” muestra el interés de expresar que, como este animalito, no nos estaremos tranquilos nunca y saltaremos de aquí para allá en los temas y tan pronto hablaremos de esto como de lo otro, con el ánimo de abarcar todo todo lo que tenga que ver con la provincia de Camagüey.

En lo de grillo está plasmada la inquietud y la ausencia de agotamiento; la fuerza para saltar, con energía, de aquí para allá, y el poder de llegar a metas insospechadas.

Lo de loco quizá es parte de la entraña del autor, hiperkinético por excelencia, quien nunca ha estado a la esquiva de una aventura y de la oportunidad de tomar por un sendero desconocido pero que augure la posibilidad de conducir al éxito.

Espero, además de complecer mis inquietudes intelectuales, dar a conocer pasajes de la provincia, que puedan resultar de interés y provecho para los que me lean.

Es mi intención que aqullos que quieran saber de Camagüey satisfagan parte de su avidez leyendo estas páginas que estan hechas con todo el amor y el sano y humilde deseo de cubrir un pedazo del universo de conoicimientos a que todo ser humano aspira. Hoy empiezo. Deséenme éxito.