viernes, 12 de junio de 2009

San Juan camagüeyano: Un collage de historia

A esta ciudad le podrán faltar muchas cosas pero, en lo tocante al San Juan, ni un cuje. No es caso de tozudez lugareña, sino identidad cultural que por siglos nos ha identificado en las buenas y en las malas.

Las fiestas del San Juan se inscriben en nuestra memoria de tal forma, que ya no concebimos la ciudadanía camagüeyana sin ese siempre esperado mes de junio, y tanto es así que no pocas personas, en este preciso mes de torrenciales aguaceros, piensan que, por supuesto, primero la preocupación por la lluvia y luego fiestar, aunque si apura mucho, primero fiestar.

El San Juan es para Camagüey convergencia de esquinas, razas y sensaciones.

Por supuesto que el San Juan no es solo San Juan a secas. Su presencia solo es posible en el contexto de todos sus ingredientes.

Cómo comenzó la mezcla, nadie lo sabe. Pero hay cosas antiguas, remotas y otras modernas, del más acá. De los inicios el ajiaco, tal vez lo primero. Y el paseo, no el paseo con la visión fuegoartificioso de ahora, pero paseo al fin y al cabo con coches y miriñaquis. Las reinas de simpatías y las verbenas a lo largo de la avenida de La Caridad. Después las calles adornadas y las congas estruendosas surcando por entre los zaguanes de la ciudad vieja arrastrando las comparsas, como estela de espuma.

En lo contemporáneo el Teatro del Pueblo, los cabarés al aire libre, las "pistas" al estilo Juruquey y aun calles como El Mamey, San Pablo y Capdevila. Cada cosa a su tiempo y con cada tiempo los  ingredientes que le suman cada generación a su imagen y semejanza, por eso es que nuestro San Juan es un collage de historia, un ajiaco de vivencias y una muestra de arte popular. (Eduardo Labrada Rodriguez / Tomado de Adelante).

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